miércoles, 21 de febrero de 2018

Anton Chéjov - Algunas notas




Nuestro universo se encuentra, probablemente, en el diente de algún monstruo.



Al abuelo le dan de comer pescado; si no se envenena, si sigue con vida, el resto de la familia come.



A las nuevas formas de la literatura la suceden siempre nuevas formas de vida; por eso resultan detestables a un espíritu conservador.



La gente adora hablar de sus enfermedades, aunque estas sean lo menos interesante de su vida.  



Un mendigo ciego cantaba una canción de amor.



Un científico sin talento ha trabajado durante 24 años sin hacer nada bien, formando decenas y decenas de científicos tan mediocres y negligentes como él mismo. Pero, casi en secreto, por la noche, encuaderna libros, esa es su verdadera vocación; al hacerlo, se siente artista y se llena de júbilo. Un encuadernador viene a visitarlo, amateur pero erudito. Este, secretamente, por las noches se dedica a la ciencia.



Mitia y Katia escuchaban decir que su padre hacía explotar rocas en la cantera. Y ellos quisieron, también, hacer explotar a su colérico abuelo. Tomaron una libra de pólvora del taller de su papá, llenaron una botella, le insertaron una mecha, y pusieron la bomba bajo el sillón del abuelo que, tras el almuerzo, dormitaba; pero los soldados y la banda militar pasaron justo entonces frente a la casa, y el milagro de la música les impidió ejecutar su proyecto.



Todo es mejor allí donde no estamos; el pasado sólo puede parecernos maravilloso cuando lo dejamos atrás.




N es la mujer del suplente del procurador, que luego se vuelve miembro del tribunal, y después miembro de la Corte, un hombre mediocre, sin interés. Ella ama perdidamente a su marido, y lo amará hasta la tumba. Le escribe cartas breves y conmovedoras cuando se entera de sus infidelidades. Y cuando ella muere tiene la expresión conmovedora del amor. Sin suda, no era a su marido a quien amaba, sino a otra persona, un ser sublime, magnífico, inexistente, y volcaba este amor en su marido. Después de su muerte, en la casa, creían escuchar sus pasos.



Hacía cuarenta años que Pavel era cocinero. Pero lo que cocinaba no le gustaba, no lo comía jamás.



"Cigarras de la mejor calidad" leía X, al pasar todos  los días por la calle y, cada vez se sorprendía: ¿cómo es posible que vendan cigarras, y quién puede tener necesidad de una cigarra? Sólo treinta años más tarde leyó con atención. "Cigarros de la mejor calidad."



En arte, el público aprecia todo lo que es banal y conocido desde hace mucho tiempo, todo aquello a lo que se ha acostumbrado.



Los perros de la casa idolatraban, no a sus amos que les daban de comer y los acariciaban, sino a la cocinera, una extraña que les daba palazos.



De Cuaderno de notas (La Compañía de los Libros, 2011)
Traducción de Leopoldo Brizuela

jueves, 15 de febrero de 2018

Dos poemas de Denise Levertov




LOS TIBURONES

Y bien, el último día aparecieron los tiburones.
Aparecen aletas negras, inocentes
como una advertencia. El mar se torna
siniestro, ¿están por todas partes?
Créelo, dejan en el agua una brecha de seis pies.
¿No es este el mismo mar, y ya no
jugaremos más con él?
Me gustaba diáfano, y no
demasiado calmo, con bastantes olas
para lanzarme a él. Por primera vez
había osado nadar en lo hondo.
Llegaron al atardecer, en el instante
en que un resplandor cobrizo aquieta el mar,
no lo suficientemente oscuro aún
para ser iluminado por la luna, aún
lo bastante claro para verlos fácilmente. Negro
el aguzado borde de las aletas.




LA TERCERA DIMENSIÓN

Quién me creería si
dijera: “Me agarraron y

hendieron desde
el cuero cabelludo hasta la pelvis, y

todavía estoy viva, y
me paseo contenta

del sol y todas
las dádivas del mundo”. La honestidad

no es tan simple:
la simple honestidad no es

sino una mentira.
¿No esconden los árboles

el viento entre
sus hojas y

hablan con susurros?
La tercera dimensión

se esconde.
Si los empedradores

parten piedras, las
piedras son piedras:

pero el amor
me partió en dos

y estoy
viva para

contar el cuento; pero no
honestamente:

las palabras
cambian las cosas. Deja que sea

—aquí, bajo el dulce sol—
una ficción, mientras yo

respiro y
cambio el paso. 




De El poeta y su trabajo II (Editorial Universidad Autónoma de Puebla, 1983)
Traducción de Alberto Girri

lunes, 12 de febrero de 2018

Jules Renard - Fragmentos



23 de noviembre de 1888

No serás nada. Por más que hagas: no serás nada. Comprendes a los mejores poetas, a los prosistas más profundos, pero aunque digan que comprender es igualar, serás tan comparable a ellos como un ínfimo enano puede compararse con gigantes.

Trabajas todos los días. Te tomas la vida en serio. Crees fervorosamente en tu arte. Eres moderado con la mujer. Pero no serás nada.

No tienes que preocuparte por el dinero, no has de ganarte el pan de cada día. Eres libre, y el tiempo te pertenece. Solo tienes que querer. Pero te falta poder.

No serás nada. Llora, grita, agárrate la cabeza con las dos manos, espera, desespera, reanuda la tarea, empuja la roca. No serás nada.

Tienes una cabeza extraña, esculpida a cuchilladas como las de los genios. La frente se te ilumina como a Sócrates. Según la frenología, recuerdas a Cromwell, a Napoleón y a tantos otros, y sin embargo no serás nada. ¿Por qué este derroche de buenas disposiciones, de dones favorables, si no has de ser nada?

¿En qué astro, en qué mundo, al amparo de qué Dios, en qué nueva vida contarás entre los seres, dónde te envidiarán, dónde los vivos te saludarán respetuosamente, dónde serás algo?



18 de marzo de 1890

Los elogios se invierten como se invierte el dinero, para que nos lo devuelvan con intereses.



2 de junio de 1890

He construido castillos en el aire tan hermosos que me conformo con las ruinas.



30 de mayo de 1894

Mi literatura no es sino la continua corrección de lo que me sucede en la vida.

Como alguien que febrilmente busca en un libro qué hacer para reanimar al ahogado que yace en la orilla.



29 de julio de 1895

Toda nuestra crítica consiste en reprochar a otros que no tengan las cualidades que nosotros creemos tener.



8 de diciembre de 1896

El paraíso no está en la tierra. Pero hay fragmentos. En la tierra hay un paraíso roto.



30 de diciembre de 1896

Un mono: un pariente pobre.



14 de mayo de 1898

Tengo gustos de acróbata solitario. Me gusta darme la espalda a mí mismo.



20 de julio de 1898

La esperanza es salir con un sol radiante y regresar bajo la lluvia.



1 de octubre de 1898

A ti y a mí, cerdo, solo nos apreciarán una vez muertos.

La moral está en los hechos, no en los sentimientos. Si cuido bien a mi padre, puedo entretenerme deseando su muerte.



11 de marzo de 1901

Trata de no aceptar nada de manos que no te gustaría estrechar si no te ofreciesen nada.



10 de noviembre de 1901

Amo, amo, ciertamente amo, y creo amar profundamente a mi mujer, pero de todo lo que dicen los grandes amantes —Don Juan, Rodrigo, Ruy Blas— no hay una sola palabra que pudiera decirle sin echarme a reír.



17 de noviembre de 1901

¡Qué rabia no ser Victor Hugo!



15 de abril de 1902

El pájaro enjaulado no sabe que no sabe volar.



2 de noviembre de 1903 

Me felicitan por no escribir demasiado. Pronto me felicitarán por no escribir nada.



11 de octubre de 1904

En los campos de patatas, todos los campesinos parecen cavar sus tumbas.



16 de diciembre de 1904.

Por fin sé lo que distingue al hombre de la bestia: los problemas de dinero.



11 de agosto de 1907

Imagino muy bien mi busto en la plaza del cementerio viejo con esta inscripción:


A JULES RENARD

sus compatriotas indiferentes.



De Diario 1887-1910 (Debolsillo, 2008)
Traducción de Josep Massot e Ignacio Vidal-Folch